"Mola comer solo"
- Mario Peña
- 18 feb 2018
- 2 Min. de lectura

Hace ya un tiempo que oigo decir… “no hay nada más triste que comer solo”, y aunque sea una frase hecha y nadie se haya parado a cuestionarla, yo afirmo que… de eso nada.
De hecho hice la prueba para poder hablar con conocimiento de causa y me fui a comer a un restaurante al que ya había ido en alguna ocasión, pero con más gente.
No tuve problema para sentarme a pesar de ir sin reserva y estuve ojeando el periódico hasta que fui atendido.
Mientras esperaba el primer plato, hice mis primeras reflexiones sobre el tema que me ocupaba. Tener de comensal a un petardo, a un cenizo o a un plasta, ¿no es triste o qué?, estar con más gente y todos amorrados al móvil sin mediar palabra ni levantar cabeza, ¿no es triste? Y una comida de trabajo, qué ¿no es un coñazo?.
En plena faena y disfrutando de mis pensamientos sin ninguna distracción que interrumpiese ese momento, afluían a mi mente un montón de ventajas en torno a esta malinterpretada soledad. Había elegido el menú de degustación sin tener que contar con el resto, no corría el riesgo de tener que pagar algún menú que no fuera el mío, nadie se mosqueaba porque estuviese mirando los whatsApps, no me pedían compartir mi plato y no cuestionaban la cantidad que comía ni las copas de vino que ingería.
Ya en el café hice mi reflexión final. Había sido el centro de atención de mi mesa, teniendo un servicial camarero a si disposición, donde me había ofrecido probar el vino antes de servírmelo y que me había preguntado si todo había sido de mi agrado mientras me ayudaba a ponerme el abrigo.
Lo dicho, ¡mola comer solo!
El restaurante Eenmaal (que en holandés significa “comida para uno” acaba de abrir sus puertas en el Soho de Londres, que junto con el que ya tenían en Amsterdam, son los únicos que tienen una política estricta de mesas para un único comensal.
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