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"Para caída la de..."


Era miércoles por la tarde y fui al hospital a ver a un buen amigo recién operado. Había perdido el conocimiento mientras andaba y al caer, se había roto el radio, el peroné y todo ello aderezado con una respetable brecha en la cabeza. Según palabras del propio traumatólogo, nunca había visto una caída de ese tipo con tantas secuelas.


Ya en la habitación, mientras intentaba darle ánimo y quitar hierro a su penoso estado, apareció la primera visita, un familiar algo lejano, de esos que están esperando que haya un enfermo para echar la tarde. En cuanto le contó lo que le había pasado, casi antes de acabar, le faltó el tiempo para echar mano de su agenda de conocidos que han pasado por lo mismo “pero más”. Pues ya puedes dar gracias, porque yo conozco a uno que se cayó como tú, pero estuvo más de tres meses hospitalizado y casi un año de baja, le tuvieron que recomponer toda la cara y bla, bla, bla.


Hay gente que se empeña en ser más que los demás y si ellos no lo consiguen, echan mano de su “yo conozco a uno que…”. Lo hacen cuando les hablas de algo interesante que te apetece contar, de tu puesto de trabajo, de un viaje chulo, de algo que te has comprado y te encanta. Bueno, pues a ellos les falta el tiempo para convertirse en los protagonistas de la conversación y empiezan… “para puesto importante el de…”, “para viaje el que hizo…”, “pues para vestido, coche o m… pinchada en un palo chula, la que se compró fulanito…”.


Esto nunca lo he entendido y he tratado de evitar caer en esa trampa. Entiendo que haya gente que quiera dar color a su monótona vida gris y recurra a sus historias propias o ajenas para ser más guay que los demás, pero ya es el colmo querer ser más que su interlocutor en el campo de las desgracias, y encima tenga que dar las gracias porque haya casos peores.


Así que, saltándome mis principios, intervine en su conversación al mismo estilo que él y le dije “pues eso no es nada, yo tengo un vecino que iba con su esposa por la acera, piso una peladura de plátano* y al resbalar, se cayeron los dos al suelo, ella se rompió la muñeca y él, que más o menos tiene la edad de usted, le diagnosticaron un traumatismo craneal que se ha quedado medio tonto.


A los dos minutos escasos, el cenizo visitante se despidió justificando que aún tenía que ir a ver a otro enfermo.


*Lo de la peladura de plátano es una licencia que me permití para que el tío, si era algo listo, se percatase de la ironía de mi contraataque.


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