¡Malditos lunes!

Los lunes los llevo fatal. Me parece el día “más espeso” de toda la semana. Llevo años como fan incondicional del “síndrome del domingo por la tarde”, donde reina en mi estado de ánimo la apatía y la inactividad, sin parar de pensar lo que me espera al día siguiente. De hecho, mi cerebro que es medianamente astuto ya se prepara y se lía a segregar cortisol* (que por cierto, mi señora dice que no es una marca de limpiacristales como le decía yo).

Sin embargo, conforme avanza la semana mi semblante se prepara para recibir al viernes con los brazos abiertos y con una generosa sonrisa en la cara. Será por la proximidad del fin de semana o por lo que sea, pero el cambio doy fe que existe.

Se ve que en un estudio sesudo de alguna Universidad, el viernes es el día que más se rinde en el trabajo, por lo que muchas empresas aprovechan para convocar reuniones o hacer jornada intensiva.

Procesando todo esto y convencido de que hay más gente a la que le pasa lo mismo que a mí, me gustaría proponer que en la semana se quite el lunes a cambio de poner dos viernes. Lo que no sé a quién se lo tengo que entregar las recogidas de firmas que estoy abanderando.

Mientras tanto, me resignaré al chiste fácil: Plácido Domingo y Jodido Lunes.

*Ella tenía razón: la marca de limpiacristales es Cristasol.